Por: Querien Vangal
Octubre / 2008
"Envejecer es el único medio de vivir más tiempo"
Deben redescubrirse los ancianos porque hoy están solos y estacionados en las puertas mismas de la nada… ¡Casi de la aniquilación!
El ansia de lograr sólo la eficiencia que impera en las sociedades del mundo globalizado carente de valores y preocupado sólo por hacer dinero a velocidad de Internet, estanca a los ancianos en la nada, considerándoles un problema.
Empero, conocer críticamente el problema puede implicar su solución, porque en realidad son un recurso imprescindible para toda la comunidad. Los abuelos son –pese a la maldita apreciación de los hijos perversos, mal agradecidos o metalizados– un testimonio de integración y presencia familiar.
La vida humana tiende a prolongarse, mientras que la sociedad, persiguiendo el éxito y el beneficio, margina a los mayores considerándoles una carga.
Hoy, sobre todo en las ciudades donde los ritmos diarios son acelerados, frecuentemente es la consideración de la eficiencia la que domina, por lo que los ancianos, al final, se encuentran solos y en camino de aniquilación en su impotencia. Están estacionados como estorbo, en el mejor de los casos, en la familia, o incluso en situación de completo abandono.
Aquello que aparentemente parece un problema –precisamente la situación de no pocos ancianos– es preciso transformarlo en recurso positivo para toda la sociedad.
Los ancianos son custodios de una memoria colectiva que puede ayudar a contemplar con esperanza el presente y el futuro. Son intérpretes privilegiados de ideales y de valores comunes que rigen la convivencia civil. Son capaces de comprender la complejidad de la vida desde los acontecimientos que han afrontado y enseñan a evitar errores del pasado y a enfrentar el ámbito vital de las nuevas generaciones.
Los jóvenes, incluso, miran al anciano con admiración y confianza cuando en él reconocen un modelo a imitar y una persona prudente a la que consultar las cuestiones importantes de la vida. Esto sin importar lo viciosos e irresponsables que parezcan esas "tribus complejas" plagadas de los nuevos comportamientos juveniles.
Ello implica promover una educación en el respeto del anciano y una valoración de sus potencialidades.
La vejez es un tiempo favorable en el que las personas enriquecidas y maduras por la experiencia vivida pueden dar una contribución específica a la vida y a la misión de la Iglesia y de la sociedad.
Por ello, hay que procurar a los ancianos el debido respeto y la necesaria confianza que les permita expresarse, sintiéndose acogidos y amados; y no sólo "recogidos" y tolerados soberbiamente por los "buenos hijos".
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