Por: Querien Vangal
Nov. / 2008
Según el cardenal Renato Martino, en el Seminario "La política, forma exigente de la caridad"
Los cristianos deben tomarse en serio la cuestión política, a la que está llamado a contribuir desde los principios y valores de la Doctrina Social de la Iglesia. Lo afirmó el cardenal Renato Martino, presidente del Consejo Pontificio "Justicia y Paz", durante la presentación de las conclusiones del Seminario Internacional "La política, forma exigente de caridad", celebrado los pasados 20 y 21 de junio en el Vaticano.
"La política es una cuestión seria para un cristiano", afirmó, pues es "un espacio esencial y un instrumento fundamental para construir una sociedad digna del hombre".
El purpurado alertó contra las dos tentaciones que deben superarse: el mesianismo, por un lado, y el rechazo de la política como una realidad negativa, por otro.
Frente a una posición, cada vez hoy más minoritaria de considerar la política como el "todo", la tendencia hoy es, según el cardenal, "algo de lo que mantenerse alejado" como el "ámbito donde florecen el cinismo, la corrupción, el poder demoníaco", posición esta última hoy más difundida, y a la que los cristianos deben responder.
Por otro lado, los cristianos están también llamados a "rechazar toda forma de totalitarismo y de mesianismo político que asignan a la política la solución de todos los problemas humanos, es decir, que la política lo es todo".
"El cristiano está llamado a dar a la política un estatuto auténticamente humano, liberándola constantemente de ilusiones mesiánicas y recuperando su papel fundamental de las desilusiones que la circundan", explicó.
Es necesario, por tanto, establecer una "relación equilibrada con la política", purificándola y enriqueciendo la "razón política".
El cardenal Renato Martino explicó que la política, y más a raíz de la globalización, tiene hoy que enfrentar dos cuestiones, "por desgracia ignoradas desde hace mucho tiempo, con grave daño", y son la cuestión de la verdad y la cuestión de la autoridad.
La reflexión política no suele considerar estas cuestiones, "la primera por estar demasiado comprometida con una época de empeño metafísico, y la segunda, por ser poco adaptable a una sociedad caracterizada por las 'opciones' de vida".
Sin embargo, hoy más que nunca es necesario volver a proponer ambos principios, afirma el cardenal Martino.
"La cuestión de la verdad se convertirá en cada vez más relevante en el futuro próximo, por la demanda dramática de sentido que la técnica nos hace", especialmente "en el ámbito político, donde existe el riesgo de la tecnocracia; en el ámbito de la manipulación de la vida, en la que se confía ciegamente en la biotecnología; y en el ámbito de la comunicación, remodelado y trastocado por la tecnología informática", capaz de producir "mundos virtuales".
Todo esto, afirma, "abre la puerta a formas inéditas de servidumbre del hombre al hombre".
Respecto a la cuestión de la autoridad, será también relevante en el futuro, debido "a las exigencias cada vez más fuertes de gobierno y de guía que nacen de la fragmentación originada por el aumento de las libertades".
Esta autoridad, añade, deberá ser "pensada y articulada de un modo nuevo", más "horizontal y flexible" y con mayor coherencia con el principio de subsidiariedad.
"Es necesario dar nuevo impulso y esperanza a la política", añadió el purpurado. "Es necesaria una política que ponga a la persona humana en el centro, respetando sus derechos fundamentales, especialmente el de la vida; una política que sirva al bien común, inspirada en un humanismo integral y solidario, que sea subsidiaria de los cuerpos sociales intermedios, especialmente de la familia".
"Es necesaria una política que se detenga cuando encuentra valores anteriores a ella, que sea trascendente y que esté enriquecida por los valores de la verdad, de la justicia, de la libertad y de la caridad, especialmente frente a los más pobres", añadió.
En este sentido, el cardenal invita a los políticos cristianos a practicar en serio y con toda responsabilidad el verdadero cristianismo, lo cual elevará indiscutible y firmemente los valores morales de las sociedades, y llevará obviamente a la consecución del bien común, que es la meta anhelada por todos los pueblos del mundo.
"La doctrina social es un 'instrumento estratégico' fundamental en la tarea política de los cristianos", pues "vincula la política a la caridad, en un entrelazamiento de conexiones -teológicas, espirituales, éticas y culturales- de una extraordinaria y estimulante actualidad", añadió.
Asimismo, invitó a las Iglesias locales a considerar la política como una "prioridad pastoral", que debe ser "iluminada y evangelizada".
"La Iglesia no hace política, no forma parte de la política, pero debe formar y educar para la labor social y político, haciendo un tesoro de su Doctrina Social", afirmó el cardenal, y pidió a las diócesis que sean "más generosas" en el plano educativo y formativo, rescatando iniciativas como las Semanas Sociales, y dando mayor espacio a la formación política en las Universidades católicas.
Finalmente, el cardenal volvió a proponer la "Bienaventuranzas de los políticos", que en su día elaboró el difunto cardenal Nguyen Van Thuan:
"Bienaventurado el político que es consciente y tiene conciencia de su propio papel;
Bienaventurado el político del que se respeta la honorabilidad;
Bienaventurado el político que trabaja siempre por el bien común y no por su propio bien;
Bienaventurado el político que es fielmente coherente y respeta las promesas electorales;
Bienaventurado el político que realiza la unidad y, haciendo de Jesús el eje, la defiende;
Bienaventurado el político que sabe escuchar al pueblo antes y después de las elecciones
Bienaventurado el político que no tiene miedo, en primer lugar, de la verdad;
Bienaventurado el político que no tiene miedo de los medios de comunicación, porque en el momento del juicio, deberá dar cuenta sólo a Dios".
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