martes, 14 de septiembre de 2010

Es necesario que vivan madre y bebé

 

Por: Querien Vangal

Doc. / 2008

 

"El debate por la vida se da entre quienes estamos vivos porque quienes nos llevaron en su seno, pese a mil dificultades (soy el número cinco de once hermanos), nos dieron la oportunidad de estar hoy aquí. Sin vida no hay nada".

 

Así inició su intervención ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en defensa de la vida, el Lic. Carlos María Abascal Carranza, recientemente fallecido y que fue director general de la Fundación Rafael Preciado Hernández, y ex Secretario del Trabajo y, posteriormente, de Gobernación.

 

Era el 13 de junio de 2008, y estaban presentes ocho de los once ministros que conforman este alto Tribunal.

 

            Las primeras palabras, llenas de energía, de profundidad y de sensatez, atraparon su atención, se acomodaron en sus asientos y, después de una larga sesión de intervenciones, se dispusieron a escuchar la última de ese día.

 

Antes de Abascal, cabe resaltar las excelentes aportaciones del Dr. Carlos Fernández del Castillo, y del subprocurador Juan de Dios Castro; ambas llenas de fuego y de argumentos sólidos, ambas pronunciadas con pasión y con energía, con convicción y firmeza.

 

"Jurídicamente, la vida, nuestras vidas, se encuentran protegidas por los artículos primero, cuarto, catorce, dieciséis y veintidós de la Constitución. Nuestra Norma Fundamental garantiza el Derecho a la Vida. En el año 2005, se abolió la pena de muerte, con lo cual la vida humana quedó salvaguardada en nuestra Carta Magna en forma absoluta", continuó Abascal mientras se incorporaba un poco en su asiento para encontrar una postura un poco más cómoda.

 

Se le notaba cansado, pero al mismo tiempo, dio una batalla incansable a favor de la vida. A pesar de su experiencia dando discursos frente a todo tipo de públicos, un buen observador descubrirá que conserva un sano respeto por los micrófonos.

 

A continuación, comenzó a explicar cada artículo y su relación con la defensa de la vida desde el momento de la concepción. Además de aportar argumentos legales, también echó mano de razones antropológicas, médicas, ecológicas…

 

 

"El individuo es la expresión mínima de un ser para que siga siendo lo que es. La ciencia médica ha demostrado suficientemente que en el óvulo fecundado hay un individuo del género humano que nunca puede ser discriminado por razones de edad (artículo 1° de la Carta Magna) y a quien no se le puede privar de la existencia porque se le anularía el derecho más elemental de todo individuo que es la vida, sobre el cual se fundamentan el resto de los derechos y libertades".

 

Y continuó enumerando todas las violaciones que las reformas al Código Penal y a la Ley de Salud del Distrito Federal, que despenalizan el aborto hasta la décimo segunda semana de gestación, hacen al espíritu y a la letra de la Constitución.

 

Pero la aportación de Abascal fue más rica aún. No se conformó con exponer críticas y razones para demostrar la inconstitucionalidad, sino que además, estableció varias propuestas en nombre de los y las mexicanas que rechazan el aborto como una solución ante los "embarazos no deseados".

 

De manera pausada, y midiendo bien sus palabras, asegurándose de ser especialmente claro en esta frase, Abascal asentó que la defensa a la vida no es un ataque a la mujer.

 

"Quiero dejar claro que quienes promovemos el derecho a la vida, no pretendemos que se sancione a las mujeres  que se ven orilladas a abortar", remarcó.                         

 

 

Y por si había duda, hacia el clímax de su discurso recalcó: "Queremos exigir que el hombre asuma su responsabilidad en la paternidad, pues las Reformas implantadas por la Asamblea Legislativa promueven el machismo y la irresponsabilidad del hombre, ya que, en cualquier caso, las consecuencias físicas, psicológicas y sociales del ejercicio de su sexualidad recaen únicamente en la mujer".

 

A continuación, inició su lista de demandas, encabezada por un enérgico "Queremos que VIVAN LOS DOS: la mujer y el bebé"; y procuró incluir en ellas a todos los sectores de la sociedad: bebés, hombres, mujeres, padres, madres, las clínicas que lucran con la privación del derecho a la vida, las parejas infértiles que querrían adoptar; los ancianos, los enfermos y cualquier grupo que pueda resultar incómodo y que, por lo tanto, "justifiquen" otro tipo de depuraciones demográficas.

 

Con un ligero temblor de emoción en su voz, pero con la firmeza y la determinación que le caracterizan, Abascal concluyó con un argumento muy fuerte, resaltando la enorme responsabilidad de los ministros en la resolución sobre la vida o la muerte de los no natos.

 

"Nunca como hoy el nombre del máximo tribunal del país había sido tan acertado: la Suprema Corte es el órgano colegiado más alto que ha de considerar, para decidir en justicia, en ese propósito habitual de dar a cada quien lo suyo, que nadie puede privar de su vida a otro ser humano".

 

Y remató: "La Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene hoy en sus inteligencias y en sus corazones el futuro de la Nación".

 

Como dijo el subprocurador Juan de Dios Castro al final de su intervención, con aire agotado, después de haber dejado todas sus energías en esos 10 minutos que se le concedieron frente a la corte: "¡Yo ya hice lo que pude por la vida!"…

 

También Carlos Abascal, y todos los que han prestado su voz, podrían decir lo mismo… ¿Y tú? ¿Y yo? Siempre tendrás la oportunidad de influir, de hacer que tu voz se escuche aunque no salga en las cámaras de televisión o en los micrófonos de radio. ¡Razona y emite abiertamente tu voz por la vida!

 

El día de mañana, cuando veas a un gran hombre o a una gran mujer dejando su huella en el mundo, podrás decir con legítimo orgullo: "yo ayudé a que esa persona naciera

 

 



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