martes, 7 de septiembre de 2010

Frases sueltas

 

Antero Duks

 

¨   Para salir del pecado siempre hay que abandonar algo propio, personal.

 

¨   No he venido a llamar a justos sino a pecadores.

 

¨   No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal. Id, pues, a aprender lo que significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio.

 

¨   Una madre es la felicidad del hijo encarnada.

 

¨   El que no ha sufrido, no sabe nada, no conoce ni el bien ni el mal, ni a los hombres, ni a sí mismo. No existe nadie más Infortunado que un hombre que no haya que tenido que sufrir.

 

¨   Dichoso el que confía en el Señor, y cuya esperanza es el Señor...Dios mío confío en Ti...No dejes confundida mi esperanza...Tú eres mi esperanza, Tú eres mi refugio, en tu Palabra espero...No quedará frustrada la esperanza del necesitado...Mi alma espera en el Señor, como el centinela la aurora.

 

¨   "Amadísimo Jesús, esta noche, en el fondo de mi celda, sin luz, sin ventana, calentísima, pienso con intensa nostalgia en mi vida pastoral. Ocho años de obispo, en esa residencia a sólo dos kilómetros de mi celda de prisión, en la misma calle, en la misma playa...Oigo las olas del Pacífico, las campanas de la catedral. Antes celebraba con patena y cáliz dorados; ahora tu sangre está en la palma de mi mano. Antes recorría el mundo dando conferencias y reuniones; ahora estoy recluido en una celda estrecha, sin ventana. Antes iba a visitarte al Sagrario; ahora te llevo conmigo, día y noche, en mi bolsillo. Antes celebraba la misa ante miles de fieles; ahora, en la oscuridad de la noche, dando la comunión por debajo de los mosquiteros. Antes predicaba ejercicios espirituales a sacerdotes, a religiosos, a laicos...; ahora un sacerdote, también él prisionero, me predica los Ejercicios de san Ignacio a través de las grietas de la madera. Antes daba la bendición solemne con el Santísimo en la catedral; ahora hago la adoración eucarística cada noche a las nueve, en silencio, cantando en voz baja el Tantum Ergo, la Salve Regina, y concluyendo con esta breve oración: "Señor, ahora soy feliz de aceptar todo de tus manos: todas las tristezas, los sufrimientos, las angustias, hasta mi misma muerte. Amén".

 

¨   Es una fe que actúa siempre movida por el amor.

 

 


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