jueves, 14 de enero de 2010

Tu trabajas, yo también

 

Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2008

 

En familias en que ambos cónyuges tienen un empleo, la educación de los hijos debe ser una tarea compartida y a veces se debe buscar el apoyo de un tercero.

 

Cada vez parece más difícil que una familia pueda vivir sólo con el ingreso del jefe del hogar, por lo que hoy en día muchas mujeres se ven obligadas a salir de la casa en busca de un trabajo.

 

Cabe aclarar que no sólo la motivación económica es la que lleva a la mujer a trabajar fuera de casa, pues hay otras causas involucradas como el ejercicio de una vocación o profesión, búsqueda de realización o el simple hecho de sentirse útiles.

 

El que las puertas de muchos oficios y profesiones se hayan abierto para la mujer ha obligado a cambiar de manera considerable su rol dentro de la familia.

La mujer que trabaja busca hacer compatible su vida familiar con su vida de trabajo, para ello recurren a quien les pueda ayudar con el cuidado de los hijos cuando su empleo las obliga a salir de su casa.

 

Tal parece que la sociedad ha aceptado con mayor tranquilidad que la mujer se incorpore a la fuerza del trabajo, sin embargo no deja de ser algo nuevo y el proceso de adaptación de la familia está sufriendo ajustes, pues no es nada fácil aprender a compartir responsabilidades que antes eran de uno o de otro.

Buscando la realización

 

El ser humano está llamado a realizarse no sólo en el ámbito profesional sino como persona. Esta realización no sólo se alcanza saliendo a trabajar, también se puede encontrar dentro de la familia, que es la responsabilidad más importante aún sobre cualquier otro oficio que se tenga.

 

Es aquí donde tanto hombres como mujeres, por exigencias de su propio trabajo, se ven obligados muchas veces a delegar, entre otras cosas, la educación de los hijos a terceras personas ya sean familiares, amigos o alguna institución. Sin embargo, esto no los exenta de tener como primera y más grande responsabilidad el desarrollo integral de sus hijos.

 

Los nuevos tiempos exigen de ambos padres de familia -trabajen o no fuera de casa-, un esfuerzo conjunto para cumplir con esta tarea.  Compartir la responsabilidad en la educación de los hijos, tiene grandes ventajas, pues se les puede conocer más de cerca y se puede descubrir la personalidad de los hijos desde dos puntos de vista diferentes. Cuando ambos comparten esta tarea la enriquecen, pues son dos los que aportan ideas y experiencias, y también facilitan el proceso pues a veces los hijos, ya sea por su sexo, edad o carácter sienten más afinidad con uno u otro de los padres. Esto da una opción más para educarlos que si sólo se contara con el apoyo de un solo padre.

 

Cuando se es padre y madre

 

Por desgracia, muchas mujeres ya sea por viudez o por abandono de la pareja, se ven obligadas a salir de casa para trabajar. Aunque es demasiada la carga que llevan a sus espaldas, sus hijos siguen necesitando de sus cuidados.
En casos como éstos es oportuno hacer partícipes a los hijos de la responsabilidad de salir adelante "en equipo" y delegar responsabilidades de acuerdo a la posibilidad de cada miembro de la familia. Nuestra sociedad tiene muchísimos ejemplos anónimos de excelentes padres y madres de familia que han sabido sacar adelante a sus hijos haciendo las veces de padre y madre.
Esta tarea bien puede compartirse con muchas asociaciones de carácter privado o asistencia publica que apoyan en muchos aspectos a la familia.

 

Nuevos prototipos

 

Mucho se culpa al hombre de que carga sobre la mujer doble peso, el de la casa y el de salir a trabajar. Aunque por siglos se ha vivido en una sociedad predominantemente machista, también la mentalidad del sexo masculino está cambiando.

 

Esto exige que tanto él como la mujer se vean con ojos diferentes, es decir, que no sólo se vea al padre de familia como proveedor del hogar sino como "la otra mitad" indispensable, no sólo para proveer a la familia de sus necesidades, sino como co-educador de los hijos.

 

Además es necesario que se reconozca que la mujer tiene el mismo potencial para ocupar puestos en el trabajo fuera de casa, pero sin olvidar ambos que la primera y más importante responsabilidad es la de ser "padres de familia" en todo el sentido de la palabra.

 

Un fuerte motivo de la desintegración de muchos hogares en nuestro país (divorcio y abandono), es que muchos hombres y mujeres consideran que el hombre debe ser el proveedor.

 

En medio de esta crisis, que se ha vivido en el país durante los últimos años, muchos hombres se han quedado sin empleo y al no traer sustento a la casa o ser éste insuficiente, la presencia del "señor" ya no es requerida en el hogar.


Calidad versus cantidad de tiempo

 

Mucho se habla desde diferentes puntos de vista sobre la calidad de tiempo que deben recibir los hijos. Algunos opinan que es mejor dar calidad de tiempo a los hijos que cantidad. Otros argumentan que no se puede dar calidad si no se da cantidad. La realidad es que no existe una medida exacta en horas y minutos para dar a los hijos lo que necesitan.

 

Por un lado hay quienes pretenden dar a los hijos toda la atención que necesitan en una hora, justo con la que cuentan cuando llegan del trabajo y antes de que se vayan a dormir. En esa hora pretenden revisar tareas, cerciorarse de que el niño coma alimentos sanos, convivir con él, entre otras cosas.

 

Por otro lado, pueden darse casos donde la madre siente su conciencia del todo tranquila porque siempre está en casa, pero por desgracia no se entera de qué es lo que hacen los hijos, pues con el pretexto de desafanarse de esta dura tarea pasa un buen número de horas frente a la televisión.
Lo más importante para dar a los hijos calidad de tiempo, es teniendo bien claro que trabajando fuera de casa o no, los hijos necesitan más de veinticuatro horas al día y no desaprovechar el poco tiempo con que se cuenta, pues se pueden caer en extremos que van desde la desatención hasta la sobreprotección.

 

Hoy en día, se nos presenta a los padres de familia la "tentación" de sustituir nuestra presencia con regalos que pueden ser desde un simple juguetito barato hasta los más caros que encontramos en las tiendas. Pero por desgracia, la atención de los padres no se suple con regalos, pues lejos de hacerles un bien, se les hace daño y tal vez nos percatemos de ello cuando ya sea demasiado tarde.

 

Muchas veces se cae en situaciones contradictorias. Por un lado, mientras los padres salen a trabajar para costearse una mejor vida, por otro, se da a los hijos todo lo que piden impidiéndoles valorar el sacrificio de sus padres y el valor de las cosas. Si desde niños se les fomenta el hábito del ahorro, cuando sean adultos sabrán valorar el trabajo y serán cuidadosos y responsables con los bienes materiales que posean.

 

Haciendo planes

 

Hoy día nadie se puede dar el lujo de desperdiciar el tiempo ni el agua, pues ambos escasean. Tanto las familias en que la mamá trabaja en casa como aquellas que trabajan fuera del hogar, requieren de una planeación y un proyecto de educación para cada uno de los hijos.

 

Tratar de conocer sus necesidades, su carácter y sus habilidades son el primer paso para comenzar a trazar un plan, que bien puede compartirse con ellos dependiendo de su edad y madurez.

 

Parece algo difícil, pero en realidad es algo sencillo, sólo basta tener la voluntad y la disciplina para hacerlo. Planear la formación de los hijos es prevenir problemas cuya solución resulta ser más costosa y dolorosa.

 

Sí se puede

 

Aunque parezca difícil, los padres que trabajan pueden dedicar a sus hijos el tiempo que requieren, sólo es cuestión de adaptarse a la situación particular de cada familia y aunque muchas veces se recurra a los abuelos, tíos o compadres para buscar apoyo en el cuidado o apoyo de los hijos, son los padres los responsables de ellos.

 

Cuando por algún motivo se necesita el apoyo de alguien más, es bueno tener presente que existen instituciones tanto públicas como privadas que pueden brindar orientación a los padres de familia.

 

Nadie dijo que ser papá o mamá fuera fácil, tal vez resulte ser la labor más complicada y exigente que existe. Ser padres puede traer muchos dolores de cabeza pero desde luego se pueden tener satisfacciones que ningún otro trabajo puede dar.

 

 

«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

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