viernes, 8 de enero de 2010

¿Cuál es mi vocación?


Por: Querien Vangal

Enero / 2008

 

El final de la escuela media enfrenta al adolescente con una de las primeras decisiones más importantes de su vida: la elección de una carrera. Frente a la encrucijada de la vocación se plantean dudas e interrogantes.

 

¿De qué hablamos cuándo hablamos de vocación? ¿Cómo definir la elección de una carrera? ¿En qué consisten los exámenes de orientación vocacional? ¿Son realmente efectivos? La elección de una carrera no sólo implica un determinado perfil profesional, sino que abarca el proyecto de vida. Por eso, a la hora de las decisiones conviene aclarar todas las dudas respecto del concepto de vocación y de la real efectividad de las pruebas de orientación.

 

La vocación, un proyecto de vida

 

En principio, la vocación no debe identificarse con la mera elección de una determinada carrera. Según los especialistas la vocación es el llamado a ser nosotros mismos, a ser plenamente aquello que se tiene que ser.  Por eso, el término vocación debería identificarse con el proyecto de vida, con el desarrollo de la personalidad dentro de un concepto amplio.

 

El problema es que, generalmente, se suele confundir el término vocación con una especie de llamado sobrenatural, vinculado con una fuerza que determina lo que se debe ser naturalmente sin esfuerzo ni búsqueda.

 

Así también confirman los especialistas que tendemos a identificar la vocación con lo ya dado, con lo que viene de origen y podemos no reconocer, entonces, que la construimos a lo largo de nuestra vida.

 

La búsqueda de la vocación, entonces, resulta un proceso de definición amplio que implica, entre otras cosas, la elección de una carrera. En la actualidad, ayudar a un joven a descubrir su vocación es ayudarlo a desarrollar sus intereses, sus capacidades y posibilidades personales y a construir un proyecto personal de vida, de estudio y de trabajo, aseguran los especialistas en orientación a estudiantes.

 

Y en ese proceso, el joven debe considerar sus intereses, inquietudes, habilidades y recursos.  El alumno debe aprender a diferenciar una elección de una decisión. La primera se vincula con los intereses y gustos. Mientras que en la segunda se incorporan otras variables porque una decisión implica un proyecto en el que se evalúan los intereses, las aptitudes y los recursos disponibles de manera tal que la decisión del alumno sea real y factible, se debe elegir algo relacionado con uno, no sólo a nivel de lo económico..




El papel del orientador

 

La función de un orientador vocacional será, entonces, la de ayudar al joven a conocerse a sí mismo sin esperar respuestas reveladoras. La orientación vocacional no hace magia. Obtiene una placa de la cabeza del alumno en función del aquí y el ahora y extrae un diagnóstico. Se trabaja con cada uno para mostrarle el abanico de posibilidades exitosas que tiene a su alcance. Así, a largo plazo, puede autoconocerse y, luego, decidir.

 

De la misma manera, el psicólogo es el encargado de hacerle comprender a un joven que el resultado de un examen vocacional es sólo uno de los elementos que se deben considerar y que el proceso de orientación es mucho más que la aplicación de un examen.

 

Por lo general, en los talleres vocacionales se suele trabajar con una gran batería de diagnósticos y dinámicas, dado que el examen es sólo una herramienta más para conocer mejor los intereses y habilidades, es un error creer que es una respuesta mágica y por eso, no se debe elegir sólo en función de ella.


Ampliar horizontes

 

El proceso de conocimiento personal no implica sólo identificar aquellos intereses y capacidades existentes, sino aprender a ampliarlos y a enterarse de las alternativas educativas y profesionales. Uno de los problemas más comunes a la hora de enfrentarse con un taller de orientación vocacional es el prejuicio de los interesados, es decir, en determinadas ocasiones el alumno posee una idea fija respecto de la carrera que tiene que seguir. No está abierto a plantearse nuevas opciones, por eso, hay que tratar de responder de la manera más neutra posible.

 

La orientación vocacional debe evitar que se fuercen las respuestas, de manera tal de ampliar los horizontes, los jóvenes deben prepararse para tareas laborales cambiantes. Hoy no podemos pensar en trayectorias lineales de estudio y de trabajo, sino que cada vez se presentan con mayor frecuencia ramificaciones. Frente a este panorama tan variable, el énfasis de la orientación debe centrarse en ayudar a los jóvenes en su desarrollo personal.

 

Por otra parte, una vez finalizado el examen, se debe realizar un trabajo posterior de información.  La orientación vocacional abre paso a los intereses e invita a descubrir un más allá. Se muestran las características de las universidades y de las carreras para que el alumno tome conciencia de lo que hay que tener para concluir un determinado estudio.

 

Los talleres tienen objetivos vinculados a la reflexión, la visión de intereses y proyectos personales, así como ampliar la información sobre las oportunidades educativas y el mundo del trabajo.





Una orientación para toda la vida

 

Por último, no debe concluirse que al elegir una determinada carrera, el joven ya se encuentra listo para enfrentar el mundo universitario y profesional. La función de la orientación vocacional será, fundamentalmente, un aprender a orientarse en distintos momentos de la vida.

 

Considerando la inestabilidad actual de las trayectorias personales y profesionales y las diversas transiciones que un individuo deberá realizar a lo largo de su vida, es importante ayudarlo a definir las prioridades de su desarrollo personal. Es decir, identificar sus capacidades y adquirir herramientas que le permitan aprender a resolver sus problemáticas, así como visualizar la posibilidad de articulación entre diferentes formaciones. Los jóvenes deben aprender a elegir con responsabilidad, no sólo el inicio de una carrera, sino a lo largo del estudio de la misma, y luego en la construcción de su trayectoria educativa, laboral y social.

 

¿Qué carrera elijo?

 

 

Considero fundamental aclarar que ésta va más allá de "elegir" una carrera. Frente a la búsqueda de la vocación resulta esencial el AUTOCONOCIMIENTO, esto es: ¿que me gusta hacer?, ¿qué no me gusta?, ¿dónde me gustaría trabajar?, ¿y dónde no?, ¿cuáles son mis habilidades, intereses, fortalezas, así como mis debilidades o aspectos negativos? Y básicamente, ¿cuál es mi proyecto de vida?   El proyectarse es absolutamente necesario para vencer los "inconvenientes" que pueden presentarse durante los años de estudio.

 

Por ejemplo: si van a estudiar ingeniería electrónica porque existe el gusto de arreglar aparatos o porque es el sueño de "mi vieja" (como suelen decir) es probable que, ante las dificultades que seguramente se atravesarán durante los cinco o seis años de carrera, en algún momento se piense que no vale la pena semejante esfuerzo porque es posible que se termine manejando un taxi. Este pensamiento clásico conlleva a la deserción o al desgano o a la cronicidad.

 

El segundo punto para considerar es la INFORMACIÓN. Se trata de conocer el mercado, tanto de la oferta como de la demanda, pues si bien la realidad se modifica --más en economías como las nuestra-- hay carreras profesionales que históricamente están teniendo dificultades en la inserción laboral o el desarrollo económico. En cuanto a la oferta, es importante conocer los lugares donde se estudia, alcances de los títulos, habilidades necesarias, costos, tiempos, curricula, etc.

 

Luego, es importante realizar una SELECCIÓN y ANÁLISIS en función de la información reunida --puede ser según el campo profesional o las incumbencias del título u otra-- y comparar las expectativas propias, las posibilidades económicas y personales, y la proyección antes mencionada para, finalmente, acercarse a una ELECCIÓN aproximada a las necesidades planteadas en primer término. Sin embargo, es fundamental destacar que, de ninguna manera, es posible asegurarse el éxito en los estudios debido a que aún quedará un largo camino por recorrer, durante el cual no faltan los imprevistos que pueden variar el rumbo proyectado.

 

En este proceso me parece importante lograr vencer los prejuicios y presiones sociales con respecto a determinadas carreras. Esto, claro, sin desconocer la realidad. Antes solíamos decir que la vocación era lo importante, hoy creo debe agregarse a este ingrediente condimentos como entorno, viabilidad, realidad laboral, entre otros.

 

También el futuro estudiante debe considerar la búsqueda real de la información e intentar no quedar atrapado en lo que dicen de tal o cual carrera, de lo que alguien contó, ya que la desinformación o la mala información produce verdaderos prejuicios.

 

Por otro lado, es destacable que en la actualidad las estadísticas mencionan como causa de deserción en los estudios superiores la falta de adecuación del estudiante a la dinámica universitaria, y el índice es significativo, por lo tanto conocer la dinámica y exigencias del lugar de estudio no es un dato menor.

 

En cuanto a la ayuda externa de un profesional para esta elección, de más esta decir que la Orientación Vocacional no es un arte adivinatorio y que por tal razón no podemos juzgar a los profesionales en el área en tanto "aciertos o errores", aunque sí indagar sobre perfiles teóricos, metodología de abordaje, como ejemplos de aspecto para considerar en la elección de un asesoramiento adecuado.

 

Entrenamiento para el éxito

 

Es importante que los padres de familia se capaciten para que puedan conocer la personalidad de sus hijos; incluyendo sus cualidades para alentarlas; y sus defectos para corregirlos a través de la formación de los buenos hábitos.

 

Es normal que en la familia es donde aprendemos los principios morales y los valores que ejercitamos desde muy pequeños, siguiendo los ejemplos que observamos a diario en nuestros padres.

 

Sin embargo, hoy, los mismos padres ansían una guía que les señale con claridad la dirección adecuada para tomar sus decisiones; y desean conocer los fundamentos para proporcionar una buena educación a sus hijos.

 

Ø     La comprensión de los valores.

Ø     La práctica de las virtudes.

Ø     La asimilación de los principios morales.

Ø     La formación de una recta conciencia.

Ø     Una vida de bien a través de un esfuerzo permanente.

 

 



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