Por: Querien Vangal
Enero / 2008
Los atentados en Guanajuato y Querétaro no tienen precedentes por la magnitud de los daños directos e indirectos ocasionados ni por la mayor certidumbre de que se trata de, solamente, el principio de una prolongada y amplia campaña de "hostigamiento" según amenazan los terroristas del EPR. El pretexto para los atentados ha sido la desaparición forzada de dos de los integrantes del grupo terrorista - al parecer a manos de agentes de la AFI - , pero la magnitud de los ataques, la planificación, preparación y tipo de explosivos usados indican que las acciones se preparaban desde mucho tiempo atrás, por lo menos desde antes del 25 de mayo de 2007.
La experiencia universal ha probado que no hay que hacerle mucho caso a los dizque expertos, cuando pretender interpretar los discursos de los terroristas en un sentido contrario a lo que los mismos terroristas dicen. A éstos hay que leerlos y tomar en serio sus amenazas. La bronca no son los dos "mártires" de la revolución proletaria, la bronca es la permanencia en el poder del "gobierno espurio" de Calderón.
Y esto es lo que interesa no solamente a los demás grupos terroristas nacionales, sino también al señor Manuel Andrés López Obrador, su partido y el personaje que día a día va transformando a Venezuela en un campo de concentración.
Los atentados de Guanajuato y Querétaro
No fueron un relámpago en cielo despejado. En el país estaba apretando la tormenta de la narcoviolencia. Si fuéramos malpensados diríamos que la narcoviolencia busca el mismo objetivo que el terrorismo y que no es otro que desestabilizar y hacer caer al gobierno de Felipe Calderón. Si fuéramos todavía más malpensados diríamos que el gran titiritero que orquesta toda la desestabilización es Hugo Chávez, quien lo mismo es el gran padrino de las narcoterroristas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), principal protector de las organizaciones del narcotráfico de América Latina y simpatizante del EPR (además de su proveedor de armas según la investigación que realiza la PGR).
Es fácil suponer que al Gobierno de Calderón le han declarado la guerra y que la peor manera de perder una guerra es cuando nos las imponen y nos negamos a aceptar la realidad, en lugar de reconocerla y tratar de hacer el mejor esfuerzo por prevalecer. El gobierno de Felipe Calderón debe saber que le han declarado la guerra y sus enemigos no se van a detener hasta deponerlo. Debe entender que el EPR, AMLO y Hugo Chávez son sus enemigos, que no hay conciliación posible y que lo único que ellos pueden admitir es la rendición incondicional. Me pueden tildar de exagerado y alarmista, pero como están las cosas, como dice el dicho, más vale prevenir que remediar, y como decía mi comadre Agripina: "La mula no era arisca, los palos así la hicieron"
Pero Calderón también debe enfrentar a quienes en teoría están bajo sus órdenes pero se van por la libre e independientemente de cual sea su intención, sirven a los propósitos del enemigo.
Si en efecto dos terroristas fueron secuestrados (nuestras fuentes señalan que sí y que fue el AFI) y permanecen desaparecidos, deben ser presentados ante la justicia. Pero no solamente eso: los responsables – todos - de estos graves crímenes deben ser destituidos y acusados penalmente.
«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»
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