viernes, 8 de enero de 2010

Elecciones del 2007


Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel

Enero / 2008

 

 

 

Se pueden hacer muchas lecturas de las jornadas electorales del año pasado.  Entre otras, que se está cumpliendo una de las condiciones básicas de la democracia, que consiste en no poder afirmar quién será el ganador de la elección antes de que se realice la votación. En este sentido, la mayoría de los analistas coinciden en reconocer la madurez del elector mexicano que emite su voto de manera independiente.

 

La realidad es que sería más atinado analizar lo qué ocurrió más allá de las interpretaciones que dan por sentado el retorno del PRI por sus triunfos en la capital de Aguascalientes y en el Congreso de Oaxaca, o la crisis del PAN que, aunque ganó en Baja California, tuvo muchos problemas internos en Aguascalientes, o la caída del PRD que fue afectado negativamente por su relación con la APPO en Oaxaca.

 

De los partidos pequeños que siguen como parásitos buscando alianzas para mantener sus registros o recursos, será mejor no hablar.

 

Es importante mencionar que las elecciones en comento caracterizaron por un alto abstencionismo. Este problema, que se analizará como parte de los trabajos de la Ley para la Reforma del Estado en el apartado de "Democracia y el Sistema Electoral", sigue siendo un asunto capital en nuestro sistema político.

 

Para avanzar en el análisis de este problema, será importante considerar que los problemas que inhibieron la votación no son nuevos y que se han repetido una y otra vez los últimos años.

 

La falta de interés en los procesos electorales de un alto segmento de la población debería de ser un llamado de atención para nuestra sociedad, especialmente para las autoridades electorales y los partidos políticos.

 

De forma genérica, pudiéramos agrupar los problemas del abstencionismo en tres grupos: estructurales, conflictos al interior de los partidos políticos y clima de violencia.

 

Los problemas estructurales tienen que ver con la manera como se organizan las elecciones. Para ilustrar estos problemas, pudiéramos mencionar el caso de Oaxaca en donde este año se programaron dos elecciones locales: la primera para congreso local y la segunda para la renovación de los  ayuntamientos.  Esta saturación de fechas ha demostrado ser un factor de desmotivación del electorado, como sucedió en las elecciones locales del Estado de México en 2005.

 

Por otro lado, si bien es cierto que el calendario de elecciones no fue el único factor que inhibió la participación, no podemos dejar de mencionar que la organización de elecciones tiene un costo. Está por demás decir que cualquier ahorro que se pudiera hacer en entidades con niveles tan altos de marginación como Oaxaca debería de tomarse en consideración.

 

Otro problema estructural está relacionado con la falta de propuestas al electorado y los ataques a nivel personal que se realizan en las elecciones. Las elecciones en Baja California ilustran este problema, ya que de acuerdo a los resultados de diversas encuestas, la mayoría de los electores consideraba que los candidatos no hicieron suficientes propuestas para ganar el voto a su favor.  

 

Esta situación es recurrente, baste recordar que uno de los factores que mayor influencia tuvo en el proceso electoral del 2006 fueron las referencias personales que hizo López Obrador a Vicente Fox y a Felipe Calderón. Recientemente, las descalificaciones personales que hizo el candidato del PAN a la ahora gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, influyeron en el resultado final.

 

El siguiente problema tiene que ver con los organismos que de acuerdo a la ley deben de presentar candidatos y propuestas de gobierno a la sociedad: los partidos políticos. Los tres principales partidos adolecen de problemas internos, los cuales de una o de otra manera afectan su participación en las elecciones.

 

Los problemas del PAN en Aguascalientes o Yucatán que permitieron que el PRI ganara las posiciones más importantes de ese estado, lo mismo que los conflictos al interior del PRD que afectaron su desempeño en las pasadas elecciones de Zacatecas o la desastrosa participación del PRI en las pasadas elecciones federales, ilustran algunos problemas que se pueden generar por esta situación, así como la gran cantidad de políticos que sin ningún escrúpulo pasan de un partido político a otro.

 

El problema es que las pugnas al interior de los partidos no sólo afectan la credibilidad de la sociedad en los candidatos o en los partidos políticos, sino en el sistema electoral en general.

 

Finalmente, el clima político y la violencia no sólo ahuyentan la participación social sino que además crean estímulos perversos para que algunas autoridades justifiquen sus posiciones. La victoria del PRI en Oaxaca con un abstencionismo de casi el 70%, más que un voto de confianza para el gobernador Ulises Ruiz debería de considerarse como una llamada de atención del electorado que exige soluciones para los problemas de la entidad.

 

Concluyendo. Nuestro sistema electoral requiere varios cambios. La buena noticia es que la mayoría de los actores coinciden en varias de las soluciones:

 

La primera tiene que ver con la coordinación de las fechas para las elecciones. No tiene caso que saturemos al elector con elecciones en años sucesivos como ocurre en la mayoría de las entidades de nuestro país. Por otro lado, no tiene caso que los periodos electorales sean tan largos. La propuesta de acortar los tiempos de campaña no solo ahorraría recursos sino que permitiría que el contenido de las campañas mejorara.

 

En el tema del contenido de las campañas, los candidatos y partidos políticos deberían de saber por experiencia propia que las llamadas campañas sucias pueden voltearse en su contra, sin embargo, si no fuera por convicción, las autoridades electorales deberían de cuidar el contenido de lo que los partidos difunden.

 

En este sentido, valdría la pena considerar el modelo que siguen algunas naciones en Europa en las que únicamente la autoridad electoral dispone de los tiempos y recursos de difusión en tiempos de campaña, que son considerablemente más cortas que en nuestro país.

 

Finalmente, hace falta exigir mayor transparencia a los partidos políticos. No sólo en cuanto al manejo de sus recursos que se les asignan, los cuales en muchos casos convierten a los institutos políticos en auténticas franquicias, sino también en cuanto a la manera como asignan sus posiciones políticas. En un entorno en el que hay tantas motivaciones para buscar intereses particulares o de grupo, los manejos discrecionales minan la cada vez menor credibilidad de los partidos a los ojos de la sociedad.

 

La buena noticia es que nuestro país ya está en vías de ser una democracia plena, la mala es que el camino aún es largo, sin embargo, no podemos dejar de insistir en que la participación democrática es el único camino, ya que como dijo Theodore Roosevelt: "Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia".

 

 

 

 

 

 



¡Encuentra las mejores recetas
con Yahoo! Cocina!
http://mx.mujer.yahoo.com/cocina/

No hay comentarios:

Publicar un comentario