Por: Enrique Galván-Duque Tamborrel Enero / 2008 El día 21 de septiembre del año pasado, el presidente Calderón se reunió con los 300 líderes más influyentes de México y les espetó la pregunta siguiente: "¿Cuántas fortunas se han construido sobre la sangre y sobre el dolor de esa mitad de mexicanos?". Detrás de esta pregunta, cabe otra: ¿Quién lo sabe?, estoy seguro de que nadie lo sabe, incluido el presidente. ¿Cuántas fortunas son el resultado de la explotación?, y lo pregunto en dichos términos porque supongo que así, como explotación, hay que entender lo de "sobre la sangre y sobre el dolor de esa mitad de mexicanos" que son, dicho sea de paso, los que siguen sobreviviendo en la pobreza. Para comenzar, conviene dividir la pregunta y cuestionar: 1. ¿Cuántas fortunas de empresarios se han construido sobre la sangre y sobre el dolor de esa mitad de mexicanos? 2. ¿Cuántas fortunas de políticos se han construido de la misma manera: sobre la sangre y el dolor de muchos mexicanos? 3. ¿Quién lleva la delantera? ¿Los empresarios explotadores? ¿Los políticos abusivos? Para continuar, debemos preguntarnos cuántas fortunas de empresarios, se han construido, no sobre la sangre y sobre el dolor de esa mitad de mexicanos, sino a partir del algún privilegio otorgado por el gobierno, prerrogativa que puede ser alguna protección, algún subsidio, alguna concesión monopólica, lo cual da como resultado la eliminación o limitación de la competencia en el mercado, todo ello en contra del bolsillo de los consumidores, quienes, por obra y gracia de ese privilegio, son explotados por productores, distribuidores y comerciantes. ¿Explotados? Sí, claro que sí. En seguida hay que preguntarnos lo siguiente: de las fortunas mal habidas por empresarios, ¿qué porcentaje es producto de la sangre y dolor de los mexicanos más pobres, y qué porcentaje corresponde a la explotación del consumidor por parte de algún empresario privilegiado con alguna protección, subsidio o concesión monopólica? Y más allá de empresarios explotadores y de políticos abusivos, ¿el gobierno, aún suponiendo su total y absoluta honestidad y eficiencia, no hace lo que hace (sobre todo en su calidad de hada madrina, encargada de proporcionarnos todos los bienes), abusando de la propiedad y la libertad de los gobernados? Al cobrar impuestos con fines redistributivos, quitándole a unos y dándole a otros, ¿no abusa de la propiedad de los gobernados? Y dado que la propiedad es la condición de posibilidad de la libertad, al abusar de la primera ¿no termina abusando de la segunda? ¿No será que Calderón vio la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio? Hoy, aunque la mayoría de la gente no se dé cuenta (y para que comiencen a dársela escribo estos Pesos y Contrapesos), es el gobierno la principal amenaza contra la propiedad privada y la libertad individual, y a las pruebas me remito: bastó que el Ejecutivo propusiera cobrar impuestos, y que el Legislativo lo aprobara, para que termináramos pagando más impuestos, ya por obra y gracia de «La humildad es el altar sobre el cual quiere Dios que se le ofrezcan los sacrificios» |
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