viernes, 30 de abril de 2010

Privatización de PEMEX, ¡Falacia de AMLO!

 

Enrique Galván-Duque Tamborrel
junio / 2008

 

De verdad no entiendo para qué tanta discusión, tanto grito desaforado, tanta saliva esparcida al aire, tanto hipertexto lanzado al ciberespacio, tantas palabras enviadas por radio y televisión, tanto papel y tinta desperdiciada, tantos gritos y sombrerazos. PEMEX ya tiene dueños desde hace muchos años.

Inclusive personas conscientes de que la propiedad del petróleo mexicano es uno de tantos mitos con los que los gandayas en el poder envuelven a los mexicanos, suelen caer en la trampa y se esfuerzan por externar sus argumentos en torno al tema de la privatización.

En lo personal pienso que ya es hora de abandonar tal discusión e iniciar otra, que es la que verdaderamente interesa si es que de veras estamos comprometidos con el presente y el futuro de nuestro país. El tema, insisto, no es dilucidar a quién pertenecen los yacimientos, instalaciones, activos y recursos provenientes del petróleo, sino qué hay que hacer para quitárselos a las mafias que se adueñaron de tales riquezas.

No sé si usted, respetable lector, comparte mi punto de vista, pero de lo que sí estoy seguro por experiencia personal y por las evidencias diarias, es que los dueños del petróleo mexicano son los sempiternos líderes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) y las administraciones en turno que toman al organismo como fuente de fortuna personal, familiar y para los compadres y amigos.

El sindicato de los petroleros es el propietario mayoritario de los hidrocarburos líquidos y gaseosos que yacen en el subsuelo mexicano, así como de la infraestructura e instalaciones, equipos, muebles e inmuebles, y todo tipo de activos financieros.

Esta poderosa organización que afilia a cerca de 140 mil mexicanos, cede una parte importante de esa propiedad cada seis años a los sucesivos directores, quienes al llegar bendecidos por el Presidente de la República, hacen y deshacen. Son fieles a un proyecto que consiste en llevar la fiesta en paz, avanzar en lo estrictamente indispensable, consolidar su propio futuro y el de varias generaciones por venir, y todo sin sorpresas, sobresaltos y sinsabores. ¡Viva México!

Directores, subdirectores, gerentes, funcionarios, supervisores, superintendentes, asesores, jefes de esto y de lo otro; líderes nacionales, seccionales, comisionados, delegados; contratistas, proveedores, consultores, intermediarios, representantes, recomendados, protegidos y aviadores, constituyen todos juntos una fauna rapaz, siempre hambrienta y depredadora. Históricamente se han enriquecido de un recurso natural estratégico cuyos substitutos o alternativas todavía se avizoran lejanos en el futuro. ¡Pero PEMEX no está en venta!

Claro que no, PEMEX no se vende porque sus actuales dueños –especie corrupta entre los corruptos– no tienen el más mínimo interés de desprenderse de la enorme chiche que les ha proporcionado, a cambio de nada, un modo de vida fabuloso, una vida que envidian los magnates petroleros de las "siete hermanas" y los príncipes árabes que forman parte de las listas de la revista Forbes.

Agotamiento de las reservas probadas, deterioro de activos fijos, obsolescencia tecnológica, desperdicio, corrupción a todos los niveles, accidentes, costos artificialmente elevados, ausencia de mantenimiento, baja seguridad, altos precios y baja calidad de sus productos, y una falta total de planeación estratégica, son sólo algunos de los elementos que caracterizan a la paraestatal. Pero no importa, todavía rinde tenerlo en propiedad y es por ello que ¡PEMEX no se vende!

Quien o quienes liberen a PEMEX –cosa por demás utópica, pero se vale soñar--  de ese pulpo que lo ha asfixiado desde siempre, y rescate lo que queda de petróleo para beneficio verdaderamente de México, será(n) REALES BENEFACTORES DE LA PATRIA, sin necesidad de que pongan sus nombres con letras de oro en el recinto parlamentario y/o les construyan monumentos o le pongan sus nombres a poblaciones, avenidas y calles; como tantos que están y no son.

Según los especialistas –especuladores expertos--  queda un 20% del total de esa –cabe decir: "de lo que pudo haber sido y no fue"--. Pero, tomando como bueno ese porcentaje, me atrevo asegurar que rendirá más beneficios al país se libera del pulpo, que lo que ha rendido el 80% consumido controlado por este.  ¡AH!, pero ¿cuántas y grandes fortunas para los miembros del pulpo ha producido el petróleo mexicano?

 

 

 



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