Marzo / 2008
El divorcio, en la vida de la mayoría de las personas involucradas, ocasiona estragos económicos y emocionales difíciles de asimilar, pero para los migrantes, la separación legal podría resultar fatal.
En efecto, según un estudio elaborado por expertos del condado de Riverside y revelado ayer, los divorciados inmigrantes son doblemente más propensos a cometer suicidio que un divorciado nativo de los Estados Unidos. Al mismo tiempo y según un estudio anterior del mismo autor, el riesgo de suicidio cuando el matrimonio fracasa es más alto que en otros casos, y mayor entre hombres que entre mujeres.
Más aún: para aquellos inmigrantes que residen en Estados Unidos menos de 20 años la proporción llega a
Eso se debe, según Augustine Kposowa, profesor de sociología de
"La integración social ofrece cierta inmunidad contra el suicidio de inmigrantes divorciados. Es crítica, ya que permite a los inmigrantes obtener herramientas para obtener un buen empleo", comentó Kposowa, autor del estudio.
El estudio, publicado en los Archives of Suicide Research y elaborado también por James McElvian, del Departamento del Sheriff del condado de Riverside y Kevin Breault, profesor de sociología de
"Es posible que aquellos recién llegados desconozcan cómo funciona el sistema y posiblemente ignoren que existen grupos de apoyo y líneas de ayuda para lidiar con el divorcio", añadió Kposowa.
En la región al este de Los Ángeles, el 15% de las víctimas de suicidio registrado en el año 2000 fueron inmigrantes de 15 años de edad o más.
Además, durante el período 2000-2002, el índice de suicidio en el condado de Riverside, donde el 42% de la población es de inmigrantes latinos, fue de 10.4 por cada 100 mil personas, poco más del índice estatal registrado en 9.1 por cada 100 mil residentes durante el mismo lapso.
En 2001, Rosa Sánchez, residente de la comunidad de Rubidoux, en el condado de Riverside, experimentó la separación legal que la condujo al borde del abismo. Sánchez no sólo vivió un proceso tormentoso sino que se vio obligada a mantener a sus dos hijos luego de que su ex esposo se negara a aportar la manutención obligatoria.
"Lo que viví no se lo deseo a nadie. Fueron momentos de angustia que me hicieron cometer muchas tonterías. Tal fue mi depresión que en algún momento dudé de la razón de mi existir, pero luego pensé en mis críos y todo pensamiento negativo se esfumó", comentó Sánchez. "Busqué ayuda religiosa y mi alma sanó, me di cuenta que estaba viva y que alguien más dependía de mí".
Según los expertos, las autoridades deberían tomar en cuenta los resultados del estudio al momento de diseñar programas que combatan la ansiedad, depresión y aculturación de los inmigrantes.
«La ley disciplina nuestro cotidiano vivir»
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