miércoles, 17 de febrero de 2010

De la reforma electoral

Por: Antero Duks

Marzo / 2008

  

Valdría recordar que la Teoría Constitucionalista, formulada en Inglaterra con James Harrington y John Locke como principales promotores, supone que las Constituciones son documentos elaborados para establecer las reglas de convivencia de una nación y las reglas de la relación del gobierno con la sociedad.  Por lo tanto, las Constituciones deben constar de pocos artículos, ser precisas, y utilizar términos exactos para definir las realidades que se plasmen; el resto sobra y entorpece la función constitucional.

 

Al revisar la Constitución inglesa promulgada después de la restauración monárquica,  después de la Revolución de Cromwell en el siglo XVII en Inglaterra, se registra un número pequeño de enmiendas.

 

En cambio, la Constitución Mexicana de 1917 ha sufrido innumerables cambios, de ahí que surgiera el comentario de editar el documento como los códigos fiscales: en hojas desprendibles para quitar y poner las propuestas de cada sexenio.

 

Las Constituciones, según la teoría constitucional, están elaboradas para tener en primer lugar un marco jurídico que acote, limite el poder del Ejecutivo, y luego, establecer las relaciones de los tres Poderes entre ellos y con la sociedad.

 

El tema de la Constitución está arrumbado y nadie se atreve a retomarlo para hacerle una reforma a fondo o, lo que sería mejor, guardar el documento en los archivos de la Historia y hacer una Constitución para el siglo XXI, como ya se realiza en otros países, conscientes de que las bases constitucionales pueden o no ayudar para encontrar fórmulas de salida para los problemas cambiantes, que suponen una sociedad en paz consigo misma, con ideas claras de derechos y responsabilidades, y con un gobierno que asuma su papel correspondiente.

 

Un tema que también merece revisión, es el relacionado con las elecciones en Baja California Sur y en Quintana Roo, ya que se repite el "modelo poblano", es decir, se regresa al carro completo. Resulta que ahora todos en un estado piensan de la misma forma. Esto se logra en una combinación perversa entre ciertos medios de comunicación, las autoridades gubernamentales y municipales, diputados y senadores del partido que en cuestión se apuesta, que no escatiman recursos para bombardear a la sociedad con ideas que los dejan bien posicionados, y cerrar la puerta a los opositores y dejarlos mudos ante la descalificación.

 

Nuestra sociedad es analfabeta políticamente hablando, porque no entiende el funcionamiento de las redes políticas, de los aparatos de propaganda, y de las negociaciones entre los actores y los medios de comunicación. En consecuencia, la sociedad se convierte en una víctima propicia para repetir lo que está inducido desde el poder –"todos apoyamos a..."– al tiempo que los contrincantes del partido adversario quedan impotentes.

 

¿Qué está pasando en la política cuando se registran estos datos en el escenario? Al parecer se tiene una política que pierde paulatinamente su verdadero sentido democrático, y  se entra en una etapa en la que el concepto "democracia" sirve para encubrir un andamiaje en donde los poderes fácticos resuelven quiénes se quedan en los escenarios políticos.

 

El comportamiento del PRI deja ver que, con mucha inteligencia, hizo de lado las ambiciones y diferencias que hay entre los grupos que se mueven en su interior, y ha partido de un principio elemental en la política: "si quieres pelear por la repartición del pastel, lo primero que debes tener es pastel que repartir".

 

El PAN, en cambio, no entiende que primero se produce el pastel y luego se reparte. Si bien la visión que implementa el PRI es maquiavélica, es efectiva en la recuperación del poder, aunque choca con las visiones sacadas del contexto de los acontecimientos reales, como ocurre en muchos de los candidatos y movimientos al interior tanto del PAN como del PRD, por empeñarse en alcanzar propósitos y dejar en segundo plano la consolidación del poder.

 

Los partidos en nuestro país carecen de experiencia de funcionamiento como partidos, nuestras instituciones partidarias juegan un doble papel que nada tiene que ver con lo que son: se convierten en centros de colocación para que los amigos y parientes tengan trabajo sin tener un propósito político específico; y se convierten en agencias electorales que cada 3 años se reúnen para generar una campaña. El resultado de esto es que los partidos quedan sin profesionalizar a sus integrantes.

 

El PRI aventaja a los otros partidos porque entiende la importancia de profesionalizar el partido; gana las elecciones porque vive 365 días haciendo una labor política de partido, su gente está permanentemente vinculada a esta institución, está capacitada e incorporada a los procesos.

 

Los dirigentes de los partidos deberían analizar y buscar la forma para mantener viva la comunicación de los dirigentes con los militantes, cómo mantener viva la relación de los militantes con los adherentes, y cómo mantener viva la relación de todos ellos con los simpatizantes.

 

La Reforma Electoral se gestó por Manlio Fabio Beltrones para beneficiar

al PRI antes que a la democracia en México; la mayoría de los postulados de la Reforma se pensaron para proteger a los potenciales candidatos priístas, comenzando por Manlio Fabio Beltrones. Los partidos de oposición deberían tener claro los criterios estratégicos, y saber la importancia de una reforma electoral que beneficie a todos y se caracterice por sus elementos de equidad y respeto entre los participantes.

 

Se espera que la Reforma Electoral vaya ciudadanizando los procesos políticos en lugar de partidizarlos. Sin embargo, hasta ahora, la propuesta lleva el sello de la partidocracia, así como la negación implícita al ciudadano de su participación y el señalamiento de que sólo los grandes partidos tomarán las decisiones, aunque los priístas, panistas y perredistas no se percaten del engaño.

 

El engaño radica en que sólo el que tiene capacidad de decisión como partido, ya se está beneficiando, como consecuencia de entender la dinámica de los movimientos así como convencer a otros partidos –como al PAN de la Reforma Electoral o de la desaparición del IFE–. El partido que se beneficia de esta visión maquiavélica pero efectiva es el PRI; los números no inventan ni alteran la realidad, y dicen que el balance de 2007 y principios de 2008 comienza a ser favorable al PRI, que se apresta a las elecciones del año próximo que serán decisivas en la historia política de México.

 

 

 

 


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