Enrique Galván-Duque Tamborrel
Agosto / 2008
mafia. (Del it. mafia). f. Organización criminal de origen siciliano. || 2. Cualquier organización clandestina de criminales. || 3. Grupo organizado que trata de defender sus intereses. La mafia del teatro. || 4. P. Rico. Engaño, trampa, ardid.
¿Cuál acepción le gusta para el caso de México? Yo me quedo con las tres últimas, pues es claro se que no somos sicilianos.
Y ahora resulta que descubrimos que uno de los aspectos más importante al discutir los cambios en Pemex es la corrupción de su sindicato. ¡Vaya noticia!
El sindicalismo, nacido en México a fines del siglo XIX con los "círculos de obreros", ha pasado por varias etapas desde la fundación de
A partir de entonces, la connivencia entre el poder (Obregón, Calles) y los líderes sindicales (Luis N. Morones) convirtió al sindicalismo en un arma para ganar fuerza y acceder a puestos políticos (diputaciones, senadurías, gubernaturas).
Pero fue durante el régimen de Lázaro Cárdenas, durante el cual se creo
El gobierno, encabezado por Lázaro Cárdenas del Río, deseaba a toda costa controlar a las "masas" –epíteto de entonces-- de trabajadores y para ello entronizó a los líderes, manipulados por Fidel Velázquez, les dio todo el apoyo, tanto político como económico, a fin de que fueran figuras todopoderosas que tuvieran un poder omnímodo hacía los trabajadores, a los que supuestamente deberían representar para defender sus intereses y no para manejarlos como borregos y fregarlos, como fue y es la realidad.
Esa "mafia" de líderes se tornó poderosa y sempiterna, a ver quien es el guapo se acabar con ella. Nefasta herencia del periodo hegemónico de la "Trinca Infernal" (PNR-PRM-PRI).
¿Cuántos sindicatos hay? Miles, por decir poco. Cada uno tiene uno o varios líderes. ¿Qué pretenden? La respuesta lógica sería el beneficio de sus agremiados, pero no, lo único que quieren, sea cual sea el tamaño de su sindicato, es el poder.
Amparados por la sacrosanta "autonomía sindical", tienden una cortina de humo a sus maniobras, manipulan las cuotas sindicales, esquilman por igual a sus obreros y a la empresa, se niegan a rendir cuentas, exigen obediencia absoluta, y luego, con el mayor descaro, hacen ostentación de su riqueza.
Lo hemos visto palmariamente en la lideresa del SNTE, el líder de Pemex, el ex líder de los mineros, y aún en lidercillos de hebilla de oro, anillo de calavera y Rolex con brillantitos.
Esta connivencia entre el poder político y sindical ha llevado a extremos tan deplorables como el Pemexgate –epíteto por demás odioso--, en donde miles de millones de pesos del sindicato –dinero de los agremiados y sin su autorización-- fueron canalizados a una campaña presidencial. En retribución, el máximo dirigente está protegido por el fuero y nadie del PRI aceptará que la reforma de Pemex toque al sindicato, obviamente a los líderes --el agremiado común y corriente les importa un bledo--, triste realidad pero así es.
Y como este ejemplo, hay miles, en grandes empresas, en pequeños negocios, en todos lados. El "líder" llega amenazador con el patrón o dueño de una fábrica, le presenta un panorama aterrador de lo que sucederá si no "coopera" para que el sindicato esté en paz. Promete huelgas y paros si no se cumplen sus deseos o se restituye a un trabajador que, borracho, dañó la maquinaria y se ausentó sin razón por más de una semana.
El sindicalismo mexicano tiene en la corrupción su modus vivendi, y ésta no es noticia. Lo que sí es noticia es que Andrés Manuel López (el protector de Bejarano, de Imaz, de Batres, Padierna y demás) denuncie que hay corrupción en Pemex; y el colmo, ¡que Joaquín Hernández Galicia, "
Mientras los sindicatos sigan en manos de tales líderes, y los funcionarios del gobierno accedan a sus demandas, México seguirá como está. Para ellos no importan sus agremiados, ni la productividad, ni el progreso del país… para ellos la corrupción es su modus vivendi.
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