Antero Duks
Agosto/2008
Haremos Una serena reflexión sobre las sutiles estaciones del ser humano:
La juventud
La madurez
La vejez
Pensamientos y frases alusivas que nos enseñan apreciar y valorar esa emotiva reseña de nuestro viaje por este mundo.
Adolescencia y Juventud
v Educad a los niños y no será necesario castigar a los adultos.
v La adolescencia es como una casa en día de mudanza: un desorden temporal.
v La inconveniencia de la adolescencia es no saber lo que se quiere, y sin embargo quererlo a toda costa.
v La juventud vive de la esperanza. La vejez del recuerdo.
v La iniciativa de la juventud vale lo que la experiencia de los viejos.
v Ningún hombre sabio ha querido nunca ser más joven.
v La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo. , lástima que nos cansemos de él demasiado pronto.
v Los jóvenes son como las plantas: por los primeros frutos se ve lo que podemos esperar de ellos en el porvenir.
v Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no respetan ni escuchan ya los consejos de sus mayores. El fin de los tiempos esta cerca.
v Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver. Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer.
v Los viejos desconfían de la juventud porque también han sido jóvenes.
v Aunque soy muy chiquilla, yo no quiero crecer, que se sufre y se llora en llegando a mujer.
v ¿Edad feliz? El niño no sabe, el joven no acierta y el viejo no puede.
v En los campos de la vida no hay más que una primavera.
v Allí donde esté el corazón de la juventud, allí está el espíritu del porvenir.
v ¡OH, juventud, loca y florida, talismán de marga virtud! ¿Para qué querré yo la vida cuando no tenga juventud?
v La buena edad de querer, de encelarse y de reñir.
v Juventud: una edad en que los ojos brillan sin ver.
v A los veinte años no se sabe ni ser rico ni ser amado.
v La bulliciosa juventud convida a festines de amor, y nos ofrece la copa del placer apetecida.
v En tus manos tienes todo el placer de vivir, oh Juventud alegre, ardiente, primaveral…
v Las flores de la primavera no conservan siempre su belleza.
v ¡Qué poco hay que fiar de gente moza!
v Canta, canta placeres, tierno muchacho, pues muchacho eres.
v La juventud experimenta un placer increíble cuando ve que empiezan a fijarse en ella y a dejarla participar de las cosas serias.
v Lo que turba y hace desdichados los años de la juventud es la caza del bienestar, emprendida en la firme creencia de que se le puede encontrar en la vida.
v Negar muchas cosas a los veinte años es signo de fecundidad, y créame usted que bien poca simpatía me inspiran los jóvenes que no participan la carrera de la vida renegando.
v ¡Que nunca tu sonora juventud tenga ocaso, y que el Amor y el Arte arrojen a tu paso un manojo de rosas y un ramo de laurel.
v Juventud nunca vivida, ¿Quién te volverá a soñar?
v El joven no goza de nada porque lo desea todo.
v Las ilusiones, hijas de la juventud, están condenadas ¡ay1 a no vivir mucho tiempo con su madre.
v La madurez es la etapa de la vida en la cual ya ha pasado la tempestad pero aún continúa relampagueando.
v La madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar.
v Somos personas maduras cuando el guardar un secreto nos causa mayor satisfacción que divulgarlo.
v Hemos llegado a la edad madura cuando, teniendo para escoger entre dos tentaciones, elegimos la que nos permite llegar a casa más temprano.
v Madurez es la habilidad de realizar un trabajo aunque no tengamos supervisores, llevar dinero en el bolsillo sin gastarlo y soportar una injusticia sin desear venganza.
v Puede ser que la vida no sea la alegre fiesta a la que esmerábamos llegar, pero ya que estamos aquí, es mejor que bailemos.
v Es una lástima que el lapso entre ser demasiado joven y demasiado viejo sea tan breve, y que tengamos que decir con tristeza: ¡QUE TEMPRANO SE NOS HIZO TARDE!
v Somos maduros cuando llegamos a la conclusión de que hay que tolerar los defectos ajenos, pero no por eso justificar los nuestros. Pero que tampoco debemos llegar al grado de que la tolerancia se convierta en sumisión.
v Todos somos ignorantes pero no todos ignoramos las mismas cosas.
v ¿Qué mayor encanto que treinta años a cuestas?
v Con la madurez se llega a entender que cada edad tiene sus placeres, su razón y sus costumbres.
v Tengo treinta y tres años, edad fatal para los revolucionarios; la misma que tenía Jesús cuando lo crucificaron.
v Es mil veces preferible la vieja que parece joven a la joven que parece vieja.
v Descansar no es suficiente, hay que meditar.
v La vejez es lo inesperado de todo lo que sucede al hombre.
v La vejez se apodera de nosotros por sorpresa, sin sentirla llegar.
v Cuando me dicen que ya estoy demasiado viejo para ser una cosa, me apresura hacerla enseguida.
v Los viejos dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos.
v Una vejez feliz es como el pastel de la fiesta.
v Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas y los viejos libros, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y espiritual de los ancianos, que no son otra cosa que seres humanos antiguos.
v En este mundo todos queremos llegar a viejos, pero ninguno quiere admitir que ya llegamos.
v Cuando más envejecemos más necesitamos estar ocupados. Es preferible morir antes que arrastrar ociosamente una vejez insípida y vacía.
v Por mi parte –decía Matusalén-- ya no tengo tiempo de hacerme viejo.
v Cuando ya se han cumplido los ochenta –o estamos cerca-- todo contemporáneo es un amigo.
v Viéndolo bien, no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas.
v Es preferible ser viejo menos tiempo que serlo antes de tiempo.
v ¡Afortunado anciano!
v Todo se torna graveza cuando se llaga al arrabal de la senectud.
v Un ser humano no es viejo si así no se considera.
v Advertid, hijo, que son las canas el fundamento y la base a donde se asientan la agudeza y discreción.
v Quien ha llegado a la vejez, ponga el sentido en dejar a quien viene atrás mancebo, pase por el camino que ha venido.
v Siempre vieron muchos males los que mucha edad vivieron.
v Los viejos alocados son mucho más alocados que los jóvenes sin seso.
v Donde el diablo no puede ir en persona envía siempre una vieja.
v La vejez es el infierno de las mujeres.
v Al envejecer se tiene más prudencia y se hacen más locuras.
v Pocas personas saben ser viejos.
v La vejez es un tirano que prohíbe, so pena de muerte, todos los placeres de la juventud.
v Los ancianos que conservan las aficiones propias de la juventud, pierden en consideración lo que ganan en ridículo.
v Que al hombre la vejez sorprende niño.
v En vejecer es el único medio de vivir más tiempo.
v Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.
v Los ancianos, como las mujeres y los niños, no deben abusar de su debilidad.
v ¡Las hijas de las madres que amé tanto, me besan hoy como se besa a un santo!
v Si la vejez no trajera consigo la placidez del vivir, ¿qué premio fuera suficiente a consolarnos de la juventud y de la vida gastada en luchas y desvelos? El mayor desconsuelo es contemplar como los años huyen sin que la tranquilidad llegue.
v ¡Qué horrible espantajo de fealdades es la vejez si la bondad no la embellece!
v No hay por qué culpar a la vejez de todas las faltas de los viejos,
v La miseria del anciano, según el uso que haya hecho de su vida, es una injusticia, un escándalo o una lección.
v Los años no nos hacen más sabios, sino simplemente más viejos.
v Una dulce vanidad persuade a los vijos de que el mundo declina con ellos.
v Hay que estar agradecidos de nuestra edad, pues la vejez es el precio de estar vivos.
v En la hora del ocaso, una última reflexión: "La vida transcurre como un autobús en el que varios pasajeros suben y bajan. Hay que estar preparados para cunado nos toque bajar en la próxima parada y escuchemos el grito del conductor: ¡BAJAN!"
v Hay que dejarse llevar suavemente por la corriente, como la hoja que se desliza sobre su superficie. Y disfrutar del regalo de la vida mientras podamos y estemos presentes en este mundo.
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