lunes, 12 de julio de 2010

La sociedad está con el Presidente

 

Enrique Galván-Duque Tamborrel

Sept. / 2008

 

 

La administración del presidente Felipe Calderón ha venido sentando delante de la sociedad la premisa de que "el trabajo de gobierno requiere de los acuerdos, y que en ellos no siempre se obtiene lo deseado porque también incluyen las opiniones del resto de los implicados".

Mientras el presidente hace estos planteamientos, en el PRI se identifican los grupos de los gobernadores donde destaca Enrique Peña Nieto; el de Beatriz Paredes, y el grupo "ultra", que se une a la actitud de Bartlett de utilizar –al igual que AMLO– el Nacionalismo Revolucionario como la fórmula para defender nuestro país.

Manlio F. Beltrones, por su parte, tiene la visión de convertir al PRI en el partido bisagra, y maniobró para imponer las condiciones al presidente, lo cual resulta una inconsecuencia absoluta con el proyecto y resultados electorales que se obtuvieron en interior de la República durante 2007.

Podrá alegarse que Calderón ganó con un pequeño margen de medio punto la elección para presidente, y fue ese triunfo tan apretado que le hubiera dado a AMLO la oportunidad de mantener, dentro del marco de la ley, un liderazgo moral que no entendió, y en cambio prefirió apostarse por el filibusterismo político con el derecho a oponerse a lo que hagan los espurios electos en el mismo proceso donde se eligieron  diputados y senadores de su partido.

La "Izquierda" está dividida, debilitada, desorientada y sin caracterizarse a lo largo de la historia de México por la cohesión ni por la claridad de sus principios, implica una carencia de un significado en común, lo cual deriva en un debilitamiento; pero sorprende que a pesar de ello muchos en el país consideren al partido como una opción viable en lo electoral.

El presidente marcó desde el inicio de su gestión administrativa una diferencia con la administración panista anterior, destacando que la administración de Fox, aunque tuvo el apoyo del PAN, el partido no se identificó con la administración, de ahí que Calderón se interesara en llevar a cabo un gobierno diferente al de Fox.

El punto radica en cómo marcar la diferencia entre administraciones del mismo partido. La actual administración incorpora a un número mayor de miembros del partido en el poder –el PAN–; la llegada de Calderón pone fin a la presidencia en el partido de Manuel Espino para dejar en su lugar a Germán Martínez, identificado siempre como una figura próxima a Calderón; además de trabajar cerca de los intelectuales del PAN que intentaban constituir una doctrina que convenciera a la sociedad y actualizara los principios que al paso del tiempo se habían deteriorado.

Sin que se haya presentado una confrontación contra el presidente, tampoco se percibe una acción coordinada en donde el presidente, su equipo de gobierno y su partido se encuentran empatados en la búsqueda de objetivos semejantes, cada uno, desde luego, con sus propios recursos y en sus propios ámbitos.

Felipe Calderón se enfrenta a situaciones difíciles y, aunque aparente estar aislado, está apoyado por los que en el confiaron y por algunos más.   En gran parte de la sociedad todavía persiste la idea de que el presidente es omnímodo, no se acostumbra a que ahora tiene que sus ideas y/o soluciones que propone tienen que realizarse por un equipo comprometido, no sólo con un partido o con un gobierno, sino con la sociedad mexicana que poco a poco va teniendo, a pesar de todo, más participación.  Esta participación de la sociedad es lo que Felipe Calderón ha venido demandando cotidianamente.

 

 

 

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario