Enrique Galván-Duque Tamborrel
Sept./2008
Se terminaron los juegos olímpicos, muchos mexicanos nos hacíamos una vez más como tantas veces la reflexión sobre lo pobre que sería la participación de nuestros atletas en China.
Una medalla de bronce muy bien ganada por dos clavadistas que, haciendo una gran labor de equipo – ¡ojo!: de dos-- y sincronización, lograron colocarse en el tercer lugar mundial de clavados sincronizados; y dos medallas de oro también muy bien ganadas por dos takwondoínes –una mujer y un hombre-- que haciendo gala de pundonor y deportivismo obtuvieron en primer lugar en sus respectivas categorías.
Sin embargo las críticas no dejan de resonar, en el club, en el camión, en la mesa del restaurante, en la sobremesa familiar, entre los amigos y los desconocidos… "pues, ¿cómo ves esto de que sólo tenemos tres medallas?", "¿ya leíste?, que el deporte en México está copado y controlado por puros personajes que buscan el poder", "hay muchas grillas en el deporte mexicano", etc. Total, siempre es lo mismo.
A pesar de tantas críticas, muchos millones seguíamos con la esperanza de escuchar en algún momento sonar el himno nacional y ver hasta arriba la bandera más hermosa del mundo (como la han definido siete millones de votantes por Internet, el 0.001% de la población mundial). Expectantes por el televisor y por la radio, veíamos y escuchábamos minuto a minuto lo que los comentaristas narraban sobre lo que sucedía, el combate fue complicado y se llevó hasta el último momento con la incertidumbre de que la decisión estaba en la mesa de los jueces.
Como se acostumbra, el "réferi" o "árbitro" o como lo llamen, se paró en medio de los dos contendientes y, levantando el brazo, señaló al triunfador. Así fue, el mexicano Guillermo Pérez, de Michoacán, se alzó con la victoria. En ese momento millones exclamaron con euforia el logro de la primera y tal vez única medalla de oro en las olimpiadas de China 2008.
Un pueblo que, aunque criticaba, necesitaba un aliciente, una presencia, una medalla de oro. ¿Por qué nos tenemos que conformar siempre con poco?, ¿realmente dependemos de las grillas y la corrupción?, ¿podemos hacer las cosas diferentes?
Lo que nos falta es un cambio radical de mentalidad. Estamos acostumbrados al desorden e indisciplina como común denominador. ¡Claro que hay excepciones!, lamentablemente estas son poquísimas. Los deportistas medallistas son personas que se dedican, con una disciplina férrea, a practicar con entusiasmo y método su especialidad, y a llevar una vida limpia y ordenada. Este último factor es importantísimo, pues de que serviría entrenar arduamente si lo echaran por la borda dedicándose en su vida cotidiana a la milonga.
Hay muchos aspectos negativos que nos impiden sobresalir, luchar y dar un paso más, y luego otro paso más, otro y otro. Lo que no alcanzamos a ver es lo que sí podemos hacer, por eso es una cuestión de actitud.
La desorganización es un mal atávico y endémico en nosotros los mexicanos, nos enferma pensar que debemos organizarnos, esto lo demostramos en todos los aspectos de la vida. La desunión nos mata, es notorio ver que en los deportes que eventualmente destacamos son individuales, ningún equipo nuestro, de la especialidad que sea, ha destacado a nivel mundial. Esa falta de unión que nos flagela, la podemos constatar fácilmente con hojear nuestra historia política, ahí nos damos cuenta de lo que hemos sido y somos. ¡Ah, pero eso si! Estamos siempre dispuestos, por cualquier motivo, por pequeño que este sea, a desgarrarnos la camiseta, alzar la copa de tequila y gritar al unísono ¡VIVA MEXICO HIJOS DE LA….! Ah, se me olvidaba, ir a hacer estruendosa bola al Ángel de Independencia.
Hay que reconocer nuestros fracasos y nuestras debilidades para poder ser mejores. Es conociendo lo que nos falta lo que nos permite dar un paso más. Es reconocernos como somos que nos permite visualizar lo qué tenemos que hacer para algún día ser como soñamos.
La respuesta está en cambiar de actitud y comenzar. Debemos comenzar –tengo 79 años de edad y de que yo me acuerde oí esa misma cantata desde que tengo uso de razón-- por enfocarnos a lo que sí podemos hacer, de una actitud de "víctimas" a una de "protagonistas" de nuestra propia historia.
Debemos empezar por nosotros mismos y por quien tenemos más cerca. Si somos padres, nuestros hijos; si no, nuestros hermanos o subalternos.
Ser protagonistas implica dejar a un lado todas aquellas cosas que no está en nuestras manos cambiar directamente, como son las grillas y las cosas que constantemente vemos en los medios de comunicación –el actual primer poder que da al traste con todo--.
Debemos enfocarnos a nuestro círculo de influencia, es decir, a lo que sí podemos controlar y modificar. Hay que pasar de ser dependientes a ser independientes, de infantes a maduros, de irresponsables a responsables.
¿Cómo se distingue a uno de estos que son aún inmaduros y dependientes? Cuando alguien llega tarde a una reunión y lo primero que dice es que se retrasó por el tráfico, cuando vive en una ciudad en donde el tráfico es un "modus vivendi".
El tráfico existe y existirá durante mucho tiempo, es algo que no está en nuestras manos acabar. Esa persona está destinada a siempre llegar tarde a sus reuniones, a su trabajo, y muy probablemente nunca alcanzará sus metas. Eso sí… se la pasará criticando a todos y todo lo que sucede.
El protagonista, sin embargo, se disculpará y atribuirá su retraso a que, efectivamente, hay tráfico y que lo que debió haber hecho era levantarse temprano, es decir, hacer algo que sí dependía de él. Este personaje tendrá la capacidad para llegar temprano la siguiente ocasión, superar su meta y alcanzar muchas más.
Sin duda Guillermo Pérez, María del Rosario Espinosa, Laura Espinosa y Tatiana Ortiz son de esas personas que saben que para lograr algo hay que empezar a hacerlo hoy. ¿Quieres que México gane más medallas de oro en el futuro?, ¿qué estás haciendo para lograrlo?, ¿ya empezaste?
Este mundo es de los protagonistas, de los que son capaces de darse cuenta de que su propio destino está en sus manos. ¿Quieres que México sea diferente?, ¿qué estas haciendo hoy para lograrlo?
Piensa, reflexiona, da el primer paso, luego el segundo, el que sigue, el que sigue, el que sigue, el que sigue….
¡México!, estamos seguros de que hay millones que pueden ganar una medalla de oro, y que lo único que les falta es ser protagonistas de su historia.
Felicidades a nuestros deportistas, que aunque no hayan ganado medallas, están dando el primer paso de muchos más.
Con toda intención dejé para el final, no para relegarlo, sino para enfatizarlo más, el asunto de la triste situación que vive la educación en México. ¡No hay derecho! Da tristeza el abandono en que se encuentran las escuelas en nuestro país. Mientras en otros países le dedican primordial y especialísima atención a los niños y jóvenes estudiantes, con instalaciones de primara para practicar el deporte y les organizan torneos ínter-escolares –zonales, regionales, estatales y nacionales-- con una organización maravillosa y donde maestros y padres participan con verdadero entusiasmo. Aquí, en cambio, brillan por ausencia las instalaciones, los padres son apáticos y los maestros, ¡ah, los maestros! Los maestros son seres intocables que en nuestro país se sienten la mamá de los pollitos, Dios nos libre de su nefasta influencia; para ellos lo único que existe es holgazanear y armar borlotes sin importarles el daño que hacen, y que se hacen ellos mismos, ya nadie los respeta. HAN DENIGRADO A UNA MUY DIGNA PROFESIÓN.
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