Santa Navidad y Fructífero Año Nuevo ZENIT felicita a sus lectores, benefactores y donantes Era el hijo de Dios y tenía el universo como hogar, pero decidió nacer en un pesebre. Ser supremo y perfectísimo, decidió nacer pequeño y limitado en el vientre de María. Los hombres se dirigían e invocaban a los dioses paganos, por eso cuando él reveló quién era y porqué fue enviado entre la gente, no le creyeron. No se había oído nunca de un Dios que fuese a buscar a los hombres, para recordarles que habían sido hechos por amor y para amar. Podía acabar con sus enemigos, en cambio enseñaba a perdonar incluso a quienes querían matarle. Era un Dios tan bueno, que no había afligido, pobre o enfermo al cual no se acercara. Para todos tenía palabras de amor y consuelo. Estaba tan enamorado de la humanidad que sufrió todos los dolores de la Pasión para lavar nuestros pecados. De este modo, salvó incluso a aquellos que quisieron crucificarlo. Su Nacimiento y su Resurrección han revolucionado la historia y son la razón de nuestra infinita esperanza. Y es este sentimiento de gratitud y de amor el que queremos difundir por el mundo. Deseamos a ustedes y a sus familias, una Santa Navidad y un Año Nuevo colmado de gracias. Cuenten por encima de todo, con nuestras oraciones. El equipo y la redacción de ZENIT
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domingo, 25 de diciembre de 2011
MENSAJE DE NAVIDAD
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